Maniac and sweet love

Dia 1 -parte 1-

Miedo, sentía miedo por lo que me pudiera pasar... tanto tiempo permaneciendo junto a Tony, mi "hermano" mayor y a los demás integrantes de la colonia.
Recuerdo lo que me había dicho esa misma mañana antes de que partiéramos por distintos rumbos:

-No importa lo que pase, no te dejes rendir, cuídate y se que nos veremos de nuevo algún día.


Ese día era muy importante para el, ya que seria trasladado para un zoológico en el cual necesitaban a un pingüino emperador, y, como debía ser, el era perfecto; mientras tanto en algún otro zoológico necesitaban otro pingüino cualquiera, y para mi suerte, ese era yo.

Me encontraba dentro de un misterioso nido, según Tony era una caja, en la cual transportaban cosas y animales; "¿como rayos sabia todo eso Tony?" esa idea seguía retumbando en mi cabeza mientras sentía como movían esa caja y de repente dejaban de hacerlo. Dentro de esta me encontraba abrazado a mi única pertenencia y al único objeto que me recordaría a Tony, mi "enciclopedia animal", pequeña, pero aun así me había mostrado que en el mundo los pingüinos no éramos los únicos, sino que había mas criaturas sorprendentes: aves increíbles, reptiles peligrosos, mamíferos sorprendentes, como sacados de un cuento o una historia de horror para pichones traviesos.

No dejaba de dar las gracias a que los humanos no me hallaran con mi preciado tesoro. Sentí de repente como después de un fuerte ruido se fue moviendo la caja. Según las enseñanzas de mi hermano era un camión. No sabía hacia donde me dirigía ni lo que me esperaba, solo sabia, que debía permanecer tranquilo y esperar que todo saliera bien.

En el viaje, mi mente estaba llena de recuerdos que  comenzaban a poner melancólico...
Recordé la primera vez que vi a mi hermano, yo salía de un huevo, y el fue el primero que me recibió, y el único que se atrevió a incubarme. Recordé incluso la historia de mi llegada, de cómo es que unos humanos me habían llevado al refugio después de una expedición en el polo sur, después de encontrarme abandonado y sin padre o madre que me cuidara, si, que triste mi historia, pero como Tony decía:

-Después de la lluvia viene la calma-

Y mi vida en la mini colonia del refugio se volvió mejor a como lo hubiera imaginado si hubiera vivido en la naturaleza. Recordaba también tantas travesuras que había cometido, como jalarle la cola al viejo Roger, en verdad era un huracán, y como fue que Tony me había encontrado esa enciclopedia que ahora se había convertido en mi portal para ver el mundo exterior, si, recordé que lo había encontrado en una banca después de que una niña lo dejara por accidente. Recuerdo sus enseñanzas… ¡Dios! Ese Tony era un sabio, había estado en más zoológicos que cualquier otro animal… lo iba a extrañar mucho.

Paso el tiempo, como si el agua que fluía por mis suaves plumas al bucear, ya que se volvió a escuchar el fuerte sonido. El camión había parado, y quien sabia que donde rayos me encotraba, solo alcanzaba escuchar mucha algarabía fuera de esa caja.
Comenzaron a moverme, mientras escuchaba a una mujer, o eso quería pensar, que le decía a mis cargadores donde ponerme. Al fin me dejaron en el suelo. Escuche como iba abriéndose una de las paredes, y vi como la luz del sol entraba poco a poco dejándome ciego por un momento.

Mis ojos no lo podían creer, era un lugar muy parecido al refugio, solo que no estaba frío, de hecho, hacia calor, así que lo primero que hice fue tomar un delicioso chapuzón en el estanque. Ah~! Que bien se sentía el agua helada entrando entre mis plumas, llegando casi a mi piel y dejándome la piel chinita. Después de esa relajante mojada volví a subir al disque "hielo", cuando me acorde de mi tesoro. Antes de que retiraran la caja entre de nuevo en ella y lo saque rápidamente tratando de que los cuidadores no me lo arrebataran de las manos.

Me senté, cerré los ojos y me aferre a el, pensando que hubiera podido perderlo por mi inconciencia. Al abrirlos me tope con unas miradas que, aun siendo rígidas y penetrantes, mostraban cierta curiosidad, como era de esperarse, esa curiosidad la formaba yo.

El mas serio, a mi parecer, dio unos pasos hacia mí. Pensé en ese momento que me echaría de su territorio, pero todo lo contrario:

-¿Cómo te llamas, hijo?- pregunto aquel altivo y frío pingüino, mientras que lo demás no apartaban la vista de mi.

-Ma-Martini, Señor- respondí temeroso, después de todo, me encontraba en un lugar desconocido, quien sabe que me podrían hacer, suerte que Tony me había enseñado a defenderme un poco, pero de todos modos, no quería dar una mala impresión.

-Bienvenido a central Park, camarada- respondió un poco mas animado – mi nombre es Skipper, y soy el líder de este grupo, yo digo que se hace y que no – continuo muy ególatramente – ellos son mis soldados – se dirigió a cada uno, mientras estos se formaban en fila, como si del ejercito se tratara- este es Kowalski, la mente maestra y científico, *un poco loco* -dijo esto ultimo en voz baja- y este chico es Rico, experto en pirotecnia – guiño un ojo después de la presentación, a lo que después  el pingüino mencionado dio una risa bastante demente  – y este pequeñín es el joven Cabo- termino formándose del lado de este ultimo.

-Es un placer conocerte Martini- dijo Cabo con una gran sonrisa.

-I-Igual lo es para mi- conteste gentilmente

-daf dastatsdv sydgada (bienvenido)- dijo aquel pingüino en cuyo rostro mostraba una cicatriz

-Ahm, si, estem, gracias, ¿Rico?- ni sabia que decir, después de todo no comprendía ese acento.

-¿De donde eres?- pregunto el mas pequeño

-No lo se realmente, solo se que es un refugio- y era verdad, jamás supe como se llamaba aquel lugar.

-A juzgar por tu olor a sal y guachinango supongo que vienes de alguna parte de florida- dijo el más inteligente de los cuatro.

-Es suficiente información para mi, por ahora- dijo Skipper, haciendo énfasis en la ultima frase.

Comenzaban a caerme bien los cuatro pingüinos, se veía que eran muy buenos. Esperaba que no fueran los únicos animales, ay que deseaba con todas mis ganas conocer a un animal diferente. Todo parecía en calma y el zoológico gano mi perfecta aceptación, hasta que mi manía se desato, ya que con nosotros llego un mamífero de aspecto un poco parecido a un perro, pero más pequeño. Rápidamente abrí mi enciclopedia y lo busque, y lo había encontrado: una nutria.

-Hola chicos- saludo la nutria entrando con lo que parecía ser su pareja.

-Hola Marlene- saludo Cabo – ¿Cómo se encuentra hoy la futura madre?

-Bastante bien, estos pequeñines no dejan de moverse- contesto acariciando tiernamente su barriguita- ¡Vaya! ¿Y este chico quien es?- dijo acercándose.

Ni sabia donde esconderme, tenía tantas ganas de tocar esa piel, a esa nueva criatura, abalanzarme con miles de preguntas. A cada paso que daba comenzaba a perder el control de mí, sabia que si llegaba a hacer algo así, causaría una reacción diferente, así que muy dentro trate de controlarme.

-este es Martini, es nuestro nuevo recluta- dijo Skipper

-aaah es tan adorable, igual que Cabo- dijo haciendo unas caras de ternura- Mucho gusto Martini, mi nombre es Marlene y el es mi esposo Antonio.

-Mucho gusto pequeño pajarito- dijo el mencionado mirándome fijamente.

De mi pico no podían salir palabra alguna, sabia que si lo abría causaría muchos problemas.

-OH chicos, adivinen que- dijo casi dando un salto- habrá una reunion de bienvenida en el habitad del oso pardo, después de que cierren el zoológico.

-¡OSO PARDO!- dije sin poder ocultar mi asombro

-Si, así es

-¿Con que una reunión de bienvenida eh? ¡PERFECTO! Así podremos averiguar que mentes retorcidas nos han dejado en el zoológico- dijo Skipper como si estuviera formando un plan
-No seas tan riguroso, no siempre va a ser problemas, solo vayan y relájense, no le pasen la tensión al nuevo

-El mal jamás tiene descanso Marlene

-Si, como sea, nos vemos mas tarde entonces- se despidió tomando de la pata a su esposo.

No estaba muy seguro de ir a la reunión, ya que podría causar grandes problemas, pero me llamaba la atención de ver que nuevos animales tenía que conocer. Algo de lo que estaba seguro, es que mi estadía en ese zoológico seria… ¡GENIAL!